Nos fuimos en 2015.
Sin tenerlo demasiado planeado, terminamos viajando 10 meses por Europa.
En ese tiempo conocimos 7 países y más de 25 ciudades.
Cuidamos casas y mascotas. Tomamos más aviones, trenes y buses que lo que nunca habíamos tomado. Trabajamos atendiendo hostels, sacando fotos en viveros y haciendo subtítulos para videos.
Conocimos gente, hicimos amigos. Probamos comidas nuevas. Nos divertimos mucho. Nos peleamos. Nos amigamos. Aprendimos. Sacamos fotos. Escribimos. Nos sorprendimos unas veces y nos desilusionamos otras.
Para enero de 2016 estábamos cansados. Queríamos parar. Teníamos ganas de una casa, un poco de rutina. La misma cama todas las noches.
Paramos el viaje en Oxford, Inglaterra.
Conseguimos trabajo y nos instalamos. Ahorramos. Nos compramos bicicletas, salimos a pasear. Hicimos más amigos.
Nos fuimos de vacaciones. Conocimos 6 países más y otras 12 ciudades. Seguimos sacando fotos, aprendiendo y escribiendo.
Nos cansamos de la lluvia. De las costumbres inglesas. De pensar en otro idioma. De estar lejos.
Decidimos volver.
Pensamos cómo. ¿Un avión y chau?
No.
Un viaje.
Un gran viaje.
En junio de 2017 nos tomamos un avión a Canadá y nos compramos un motorhome.
Lo equipamos, lo pintamos, lo arreglamos.
Y salimos a la ruta. A la Panamericana, esa línea de caminos y senderos que unen (casi) todo el continente.
Viajamos hacia Argentina.
Volvemos a casa.
Otros 15 países por recorrer. Más amigos, más comidas, más fotos, más historias.
¿Vamos?