A pie y de buen humor tomo el camino abierto,
Saludable, libre, el mundo ante mí,
Ante mí la extendida senda parda que conduce a dondequiera que yo elija.

No pido de aquí en más buena fortuna, yo mismo soy la buena fortuna,
No vuelvo de aquí en más a lloriquear, no vuelvo a posponer, no necesito nada,
Puse fin a los lamentos puerta adentro, bibliotecas, críticas quejosas.
Fuerte y contento viajo por el camino abierto.
———
Fragmento de “Canción del camino abierto” de Walt Whitman

En junio de 2017, tal como habíamos hecho 2 años antes desde Argentina, nos compramos un boleto de avión.

Empezaba un nuevo viaje. Uno distinto a cualquier otro que hubiéramos hecho antes.

No había reservas de hoteles, ni más aviones ni trenes.

No había un itinerario determinado ni un plan definitivo.

Era lo más improvisado que habíamos hecho en nuestras vidas.

Ese avión cruzó el Atlántico y nos llevó de Londres a Canadá, donde empezaría nuestra aventura.

12 horas después nos encontrábamos con nuestra «nueva» Toyota 1986 y arrancábamos nuestra travesía de vuelta a casa por la ruta Panamericana.

Esa ruta de 48.000 kilómetros en total que une Alaska con Tierra del Fuego, pasando por más de una docena de países en su recorrido.

Ha pasado más de 1 año desde ese día.

En este tiempo, hemos aprendido mucho.

Sobre nosotros (como personas y como pareja), sobre cómo vivir de viaje, cómo llevar un presupuesto, cómo vivir y convivir en una camioneta…en fin, parece haber una lección de vida nueva todos los días.

Hemos cruzado fronteras. Y con eso monedas, acentos, comidas y costumbres.

Los paisajes cambiaron a un costado de la ruta a medida que avanzábamos. Los desiertos se convirtieron en montañas, los bosques en mares.

Las historias son muchas, y se suman en cada kilómetro. Gente que nos da un consejo en el camino, nos comparten parte de sus vidas, y hasta nos abren las puertas de sus casas.

Pero hay ciertas historias que nos inspiran cada vez que las escuchamos. Y nos motivan a seguir con este viaje.

 

Una de las cosas que hemos descubierto en este viaje es la enorme cantidad de viajeros que hacen esta ruta todos los años.

Que se entienda: ¡no es que nos creíamos dos seres especiales por hacer este recorrido! Pero, sin lugar a duda, no nos esperábamos encontrar tanta gente en «la misma».

Los hemos conocido en la ruta, en las playas, en los campings, ¡o en las estaciones de servicio! (¡ya sabemos que la vida en la ruta no siempre es tan glamorosa!)

O nos hemos conectado por el mundo virtual de Instagram o Facebook.

Son argentinos como nosotros, estadounidenses, canadienses, suizos, alemanes, españoles…En fin, de más nacionalidades de las que podríamos enumerar.

Y detrás de cada uno hay una historia de vida.

Algunos viajan en 4×4, otros en Kombis VW, motorhomes, buses, bicicletas, motos. Algunos empezaron en Alaska, otros en Canadá, en Argentina o en Brasil.

Algunos son artesanos, otros fotógrafos, surfistas, escritores, bloggeros, músicos. Hay quienes viajan en pareja, solos, con amigos, con hijos, con perros o gatos.

Viajan con una fecha fija de llegada, o indefinidamente hasta que el destino lo decida.

Algunos son viajeros experimentados, y para otros esta es la primera vez en su vida que hacen algo así.

Cada persona con la que nos cruzamos tiene una historia

Y nos encanta escucharlas. Nos damos cuenta que hay más de una sola motivación para hacer este viaje, y muchísimas maneras de lograrlo.

Es con la idea de contarlas que nació esta sección: Historias de la Panamericana

Nos parece súper inspirador poder mostrarle al mundo que hacer este viaje es posible, de la manera que se pueda y de la manera que se quiera.

Esperamos con esto poder mostrar las historias detrás de cada uno de estos viajes: quiénes son, por qué empezaron, qué los motiva, qué es lo mejor y lo peor de este viaje.

Queremos mostrar el lado real y humano de la Panamericana: lo que hay detrás del Instagram, lo que impulsa esta decisión todos los días y lo que hace que sea posible.

Porque sabemos que de la misma manera en que todos nosotros estamos haciendo este viaje en este momento, en algún momento estuvimos del otro lado.

 

El otro lado es el antes: cuando no sabíamos cómo se hacía, por dónde empezar, en qué viajar, sí valía la pena, sí era un acto suicida embarcarse en semejante aventura…

Cuando el miedo nos sobrepasaba y pensábamos que esto era una locura o algo completamente imposible.

Para nosotros, fue suficiente escuchar una de estas historias. 

Una tarde de otoño en Inglaterra escuchamos en la radio a dos viajeros que estaban haciendo este viaje.

Nunca habíamos escuchado algo así. No se nos había ocurrido que semejante viaje era siquiera posible.

La idea de este viaje nació ahí: esa tarde, con esa entrevista.

Es por eso que sabemos que a veces es suficiente con leer un testimonio, escuchar una historia, saber que alguien ya hizo eso que nos está dando vueltas en la cabeza, para darnos cuenta que sí es posible y animarnos tomar el paso decisivo.

Y esperamos que esto sirva para eso: para, de alguna manera, por más delirante que suene, seguir con estas historias de viaje.

Para que, cuando (¡y si algún día sucede!) nuestro viaje termine, alguien más lo siga.

Te invitamos entonces a aventurarte vos también.

A conocer estas historias únicas.

Cada una tiene sus propios detalles personales, pero todas tienen algo en común: la pasión, el coraje y las ganas de vivir la vida de otra forma.

Que quizás no es la vida más «normal» o la que nos dijeron que había que tener.

Pero que, al fin y al cabo, es la que elegimos y la que nos mueve todos los días.

Y no es que no haya problemas o días malos. Como todo en la vida, tiene sus cosas buenas y sus cosas no tan bonitas. 

Pero la Panamericana, como cualquier viaje, se trata de tomar las riendas de tu propia vida. De salir a encontrar lo que buscás, de estar en libertad y seguir tus instintos.

Ya sea que estés pensando hacer algo parecido y todavía no te animes, o que quieras tomar algún paso decisivo (sea o no un viaje) y el miedo no te deje: estas historias son para vos.

Esperamos que estos viajeros te den la inspiración y la fuerza para animarte a hacer lo que te apasiona.

La tierra, con eso es suficiente,
No quiero las constelaciones más cerca en absoluto,
Sé que se hallan muy bien donde se hallan,
Sé que son suficientes para quienes pertenecen a ellas

(Aún llevo aquí mis viejas cargas deliciosas,
Las llevo, hombres y mujeres, las llevo conmigo dondequiera que vaya
Juro que es imposible para mí librarme de ellas,
Estoy colmado de ellas, y voy a colmarlas en retorno)